Buscando calor en invierno

2 enero 2012

La forma más habitual y barata para cruzar el país entero es a través del “Open bus ticket” que enlaza Hanoi con Ho Chi Minh realizando distintas paradas a lo largo de la costa.

Un bus con literas de tamaño vietnamita nos lleva a HUE, en el centro del país. Diez kilómetros de perímetro dan refugio a La Ciudad Imperial, que a decir verdad no nos entusiasma demasiado.

Nos la jugamos alquilando unas bicis para movernos entre el caótico tráfico. Visitamos la Pagoda Bao Quoc fundada en 1670 por un monje budista.

No perdemos más tiempo y en el bus que nos lleva a Hoi An conocemos a Jon y Silvia de Renteria, otra pareja de locos que dejaron sus trabajos para viajar por el mundo durante un año. ¿¡A quién se le ocurre!?. Tenemos un enlace a su blog “Un viaje sin prisas”.
De camino vamos saboreando una Vietnam más auténtica, más verde con ríos y casas flotantes.

HOI AN resulta una colorida ciudad con más encanto y alquilamos unas bicis para ir a una playa con intención de darnos un chapuzón. Nunca pisamos la arena pero la lluvia nos coge a mitad de camino y nos cala hasta los huesos. No era el tipo de baño que teníamos en mente…

Al día siguiente nos sumergimos en el bullicioso mercado local junto al río Thu Bon y probamos su barata comida. Es interesante observar el día a día de los locales.

Otro incómodo bus nos lleva más hacia el sur, concretamente a NHA TRANG. Aquí empezamos a saborear el calorcito y la brisa junto al mar. Tras una deliciosa parrillada cocinada a nuestro gusto,

visitamos la Pagoda Long Son y su Gigante Budha Sentado.

Despues nos acercamos hasta las Torres Po Nagar Cham, lugar de culto para los hindús.

Hacemos una excursión en bote que nos lleva por cuatro islas. Al principio teníamos la sensación de que iba a ser un poco aburrido, pero en cuanto llegamos a la segunda isla y nos dieron la opción de saltar al agua y bucear por los corales, toda la gente empezó a animarse.

Fue agradable no tener a lunáticos con machetes persiguiéndonos por el barco. El personal fue muy profesional, improvisaron una gran mesa donde comimos toda la tripulación alrededor de ella. De segundo nos deleitaron con un concierto, sacaron a gente a cantar y un showman puso el punto de humor.

De postre unos cocktails, pero para ello había que saltar al agua. No nos lo pensamos dos veces. En la última isla estuvimos de relax y sin darnos cuenta formamos un pequeño grupo con los que estuvimos un rato de fiesta por la noche.

Nuestra siguiente parada es la seductora MUI NE con lujosos resorts junto al mar. Es un lugar privilegiado para l@s amantes del kite surfing. Resulta difícil hacernos a la idea de que estamos en enero tumbados en la arena y cogiendo unas olas.

Sobra decir lo fabuloso que es la sensación de disfrutar de una temperatura perfecta tanto de día como de noche.

Con unas bicis llegamos a unas dunas para disfrutar como niños tirándonos con unas planchas.

La mayoría de locales en Mui Ne vive de la pesca y el turismo. Es un destino muy querido por l@s rus@s y casualmente coincidimos con Kati, Anna y Katy, tres amigas de Moscú que conocimos en el barco de los piratas de Halong Bay.

Después de cenar, la fiesta se alarga más de lo previsto, y casi sin enterarnos ya estamos en otro bus que nos lleva a las montañas.
DALAT tiene distintos puntos de interés por las afueras, así que alquilamos unas motos. Hacemos un pequeño trekking hasta los 2167 mts del Lang Bian, y tras la dura escalada nuestra recompensa es una niebla intensa que impide disfrutar de las vistas.

Al día siguiente visitamos las cascadas Elephant y una fábrica de seda donde nos muestran todo el complejo proceso.

HO CHI MINH, la antigua Saigón, es la última ciudad en nuestro paso por Vietnam. Nuestra intención era la de escapar rápido de esta enorme y loca ciudad, pero el embrujo de la zona de mochileros nos atrapó de tal modo que acabamos agotando nuestras visas sin movernos de aquí.

Para combatir los 33 grados de día y los 27 de noche, encontramos un bar donde las jarras de cerveza son más baratas que los botellines de agua y fue el lugar de reunión con gente que habíamos conocido en otras ciudades y también nuevas amistades. Al de pocos días habíamos formado una cuadrilla que parecía que estuviéramos en Somera.

A unos 60 kilómetros están los túneles de Cuchi, utilizados por los vietnamitas durante la guerra para sorprender a los americanos. Crearon niveles a tres, seis y nueve metros de profundidad y más de 200 kilómetros de entramado subterráneo. Resulta increíble cómo se las ingenió una población de campesinos para crear trampas y aprovechar todos los recursos para derrotar al enemigo. También hubo tiempo para disparar una AK 47.

En esta excursión conocimos a Sammie y Teena de San Diego,

y con ellas también visitamos el Museo de Guerra. La colección de historias e imágenes es bastante sobrecogedora.

Justo enfrente de nuestro hotel (al que curiosamente debemos atravesar una tienda de ropa para llegar a nuestra habitación) se encuentra el Thi, nuestro bar favorito donde cada noche una banda distinta deleitaba al público.

“When I was a child, I spoke as a child, I understood as a child, I thought as a child. But when I became a man, I put away children things”.
-- Museo de Guerra --

Delta del Mekong

16 enero 2012
Buff! Lo que cuesta levantarse a las 7,30 para coger un autobus después de tantas noches de fiesta! De camino al puerto, medio zombies pasamos por una fábrica de artesanía donde trabaja gente discapacitada. Un barco nos lleva por el delta del Mekong para visitar una fábrica de caramelos de coco y un lugar donde elaboran miel.

Una barquita de remos nos adentra en la jungla y paramos en una islita donde crían cocodrilos


y en otra parada la gente local nos deleita con su música.
Este largo día terminamos en Can Tho y a la mañana siguiente reanudamos nuestro viaje por el Mekong visitando el ajetreado mercado flotante.

Resulta curioso y divertido ver como trabajan, comen y hacen toda su vida en el agua. Despues visitamos una fábrica para ver todo el proceso que lleva el papel y los noodles de arroz, muy típicos en el país.

Pasamos nuestra última noche en la calurosa Chau Doc y otro barco a la mañana siguiente hizo que dijeramos "tam biet" a Vietnam. Sin duda ha resultado un lugar de sensaciones fuertes y nuevas experiencias que guardaremos con especial recuerdo.
 "Vive tu vida, porque nadie morirá por tí"